miércoles, 14 de septiembre de 2011

Anecdota coloquial


Fue hace mucho tiempo, en ese entonces yo todavía vivía en mi casa de México DF. Ese día yo me encontraba en mi casa con mi primo Daniel y estábamos extremadamente aburridos, no teníamos nada que hacer. Ese día ya habíamos realizado muchas cosas, como salir a jugar futbol, salir  a patinar, ver tele etc. El y yo siempre que estábamos juntos hacíamos travesuras, todos los tíos decían que era una locura juntarnos porque éramos insoportables juntos.
Nos encontrábamos en el balcón de mi casa contando chistes, y de pronto escuchamos a un perro, los ladridos venían de la casa de abajo. Nos asomamos y era un perro chihuahua muy feo que nos observaba con sus enormes ojos saltones y nos ladraba como si nos odiara. Nosotros como estábamos tan aburridos se nos ocurrió la idea de aventarle piedras al perro, pero no encontrábamos piedras en el piso, a mi se me ocurrió agarrar las piedras de las macetas de mi mama, pero mi primo me dijo que esas piedras eran muy caras pero nos dio igual. Le empezamos a lanzar las piedras a ese perro feo mientras nos divertíamos mucho, le lanzamos tantas piedras que el balcón de la casa de abajo quedo lleno de pedazos de piedras. Era un desastre la casa de abajo. Después de que la casa de abajo estaba llena de piedras nos metimos a ver la tele. Después de un tiempo de ver la tele y no dejar de reírnos por lo que hicimos se escucha el timbre, nosotros estábamos muertos de miedo porque pensábamos que era la vecina que se quería quejar, y de pronto escuchamos un muy fuerte grito de mi mama y los dos salimos corriendo al cuarto a escondernos. Ella subió y nos encontró escondidos en mi cuarto y su castigo fue separarnos todo el día encerró a mi primo en mi cuarto y a mí en su cuarto
         
         

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